Tomás Guido, el noble y fiel amigo de nuestro querido General San Martín, fue el general que llevo los ideales sanmartinianos al máximo de su expresión, como no podía ser menos sus restos descansan en paz y eterna gloria junto al padre de nuestra patria en la catedral de Buenos Aires.
Desde muy joven participo en los sucesos de Mayo, y casi adolescente le tocó actuar en las heroicas jornadas del 3 de julio de 1807, en la defensa de Buenos Aires. Guido fue el cronista militar más importante de las campañas del ejército libertador. Colorido, profundo en sus juicios, era infatigable en la realización de sus trabajos y de su numerosa correspondencia, pero el enunciaba que "mucho más importante que escribir sobre la revolución, es contribuir personalmente a realizarla".
En materia historiográfica, los trabajos póstumos que publicó en la "Revista de Buenos Aires" tienen un significado muy importante como documento y testimonio de la época.
Fue un hombre de la unidad nacional, en el más amplio concepto. En su momento le dijo a Rosas "ayude a constituir la provincia a apaciguar los odios, a buscar en la ley y en el respeto del derecho la única base de la felicidad de la patria".
En el Senado de Paraná -en tiempos de la Confederación-, hablaba con independencia y libertad. Se lo veía levantar su cabeza encanecida para recomendar la templanza y la conciliación, y no por ello abandonaba la firmeza en sus creencias o concepciones políticas.
Como diplomático su habilidad fue proverbial, pudiendo asegurarse que dejó siempre amigos donde el gobierno argentino lo enviara. Su talento como negociador lo brindó en los terribles días de la guerra de la Independencia, cuando participó personalmente en las negociaciones con el enemigo, en Miraflores, y las conferencias de Torre Blanca y Punchauca.
El cronista de la Revolución
Tomás Guido había nacido en Buenos Aires, el 1º de setiembre de 1788, hijo de Pedro Guido y Sanz, comerciante español, y de doña Juana de Aoiz y Martínez. Realizó estudios en el Colegio de San Carlos, que debió abandonar por falta de recursos económicos.
Muy joven, asistió a las primeras reuniones de los revolucionarios que participarían en el movimiento de Mayo de 1810. Producida la revolución fue nombrado oficial de la secretaría de Gobierno. Al año siguiente acompañó a Mariano Moreno como su secretario. En los brazos de Tomás Guido fallecería el líder de la revolución, y fue Guido quien tuvo la triste misión de arrojar desde la fragata "Fama" al mar, los restos de Moreno.
Comenzaba así para el joven revolucionario una larga vida dedicada a la causa de la liberación americana, cuyo bautismo de fuego lo tuvo, casi adolescente, durante la defensa de Buenos Aires en 1806, rechazando la invasión inglesa.
En 1812, Guido regresó a Buenos Aires, y tras algunas misiones administrativas marchó a Charcas, y luego a Tucumán, donde se vinculó con San Martín y Belgrano.
No fue el mero cronista de la campaña militar libertadora. En más de una oportunidad, su intervención tuvo decisiva importancia para convencer a los hombres de Buenos Aires sobre los proyectos de San Martín. El 20 de mayo de 1816 presentó Guido al Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, su célebre "Memoria", surgida a raíz de conversaciones sostenidas con San Martín en la hacienda de Saldán, en Córdoba. Allí el Libertador le había impuesto la necesidad de transportar las armas argentinas a Chile en contra de las ideas de seguir la Campaña por el Alto Perú.
Guido, en su "Memoria", luego de hacer un examen prolijo de la situación imperante, estudió los medios más eficaces para combatir los peligros que amenazaban a la causa americana. Así llegó a la conclusión de que la ocupación de Chile era el objetivo principal que a su juicio debía proponerse al gobierno. En ese informe habla de las medidas defensivas que era necesario adoptar para emprender la ofensiva sobre Chile, señalando la necesidad de apoderarse del mar para obrar en combinación con las fuerzas de tierra, recomendando que se enviasen emisarios secretos al país trasandino para levantar a las poblaciones, medidas que permitirían formar un ejército que atravesaría la Cordillera con 6.000 hombres en dos meses.
Expresaba en la "Memoria" que la sola noticia de una victoria de Chile bastaría para inflamar al espíritu de los pueblos. También desorientaría y desalentaría al ejército de Pezuela. Analizaba después las ventajas financieras que produciría el plan, y la influencia que tendría su realización en las relaciones con el Brasil, para diagnosticar que la independencia de Chile -país aliado a las Provincias- aseguraría la independencia de América.
El general Balcarce, interinamente a cargo del gobierno, le contestó afirmativamente, y Pueyrredón también fue de idéntica opinión.
Las campañas de Chile y de Perú
Después de la batalla de Chacabuco, pasó Guido al país trasandino reclamado por San Martín. El 1º de abril de 1817 fue incorporado al ejército con el grado de teniente coronel, con el que asumió las funciones de secretario de guerra y marina, y de representante ante el gobierno de Chile. Durante tres años desempeñó esas delicadas tareas, y su pensamiento y acción lo testimonia la copiosa correspondencia que existe sobre su actividad. Aparte de su labor administrativa y diplomática, acompañó a San Martín en toda la Campaña de Chile, y colaboró en la proyección de la empresa del Perú.
El gobierno lo promovió a coronel del ejército, el 14 de mayo de 1818. En la misma época, San Martín le otorgó la medalla de Chacabuco, que devolvió por no haber participado en dicha acción, y el gobierno de Chile le concedió la condecoración de la "Legión del Mérito", consejero de la Orden, y el grado de coronel de su ejército por despachos del 20 de junio de 1820. Acompañó Guido a San Martín en la campaña del Perú, en clase de primer edecán y además de su contribución como militar, atendió los negocios que el Gran Capitán no pudo atender, resolviendo la parte económica de la empresa con sus contactos con distintos sectores del país.
Negoció exitosamente con el enemigo realista en Miraflores ; participó de las negociaciones en Guayaquil, Torre Blanca y Punchauca. Asistió a la entrada solemne del Libertador en Lima, a los dos sitios del Callao, estipulando en setiembre de 1821 la rendición de la fortaleza, de la que fue nombrado después gobernador.
Perteneció a los fundadores de la Orden del Sol, siendo ascendido a coronel mayor de los ejércitos del Perú, el 12 de julio de 1821. Posteriormente fue consejero de Estado y ministro de guerra. Luego de la histórica entrevista de Guayaquil entre San Martín y Bolívar, del 26 de julio de 1822, en la que el Gran Capitán se retiró de la escena política y militar, Guido dejó personal testimonio de la salida de aquel del Perú. Continuó colaborando con Bolívar y Sucre, en la terminación de la guerra de la Independencia.
En el Perú, fue designado conjuez del Supremo Consejo Militar, el 4 de octubre de 1823. Posteriormente fue jefe del Estado Mayor del Ejército del Centro y ministro general de Gobierno del General Mariano Necochea, desde el 20 de febrero de 1824. Alcanzó, el grado de general de brigada en los ejércitos del Perú con el que regresó al país en 1826.
Rivadavia le reconoció jerarquía de Coronel mayor, el 7 de julio de 1827, el presidente provisorio, don Vicente López y Planes lo designó ministro de Guerra y fue electo diputado a la Sala de Representantes de Buenos Aires.
El 29 de agosto de 1829, Rosas lo ratificó en su cargo de ministro de Guerra y Relaciones Exteriores, en el cual lo habían designado anteriormente Lavalle y Viamonte. Siguió en el cargo hasta 1830. Tres años más tarde, Guido volvió a ocupar el cargo y desde 1840 a 1851 fue el representante argentino ante el gobierno del Brasil. Al triunfar Urquiza lo llamó a colaborar con su gobierno y en 1855 resultó electo senador por San Juan. En 1857 fue electo vicepresidente del Senado de la Confederación y fue ascendido a brigadier general de los ejércitos de la República.
Acompañó a Urquiza en 1859 al Paraguay e intervino en las gestiones pacíficas entre ese país hermano con los Estados Unidos, enfrentados circunstancialmente. Los Estados Unidos habían enviado una escuadra hasta el Río de la Plata con la intención de desembarcar en Asunción.
Se había casado en Chile con María del Pilar Spano, que le dio cuatro hijos : José Tomás, Daniel, María del Pilar y el poeta Carlos Guido Spano.
Guido falleció en su quinta de Alsina y Cevallos, el 14 de setiembre de 1866. Fue un militar de estirpe sanmartiniana, abnegado, arquetipo de un país libre y pujante. Como San Martín, nunca desenvainó la espada para derramar sangre de sus hermanos.
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